-¿Policía?, mi nombre es Susana, estoy en la calle Rosalía número 20 y necesito ayuda. Alguien ha entrado a mi casa, estoy sola, metida en el armario…
-No se preocupe, ¿Qué ha pasado?- le responde una voz masculina y tranquila al otro lado.
-Ya se lo he dicho, han entrado en mi casa, no se que quieren ¿cuánto van a tardar en venir?,¡estoy asustada!
-Ahora mismo le…piiiiiiiiiiiiii- el teléfono emite un pitido atronador.
-¿Hola? ¿Hola?- el llanto inunda su cuerpo, y las lágrimas recorren su cara cayendo sobre sus rodillas, pues esta sentada abrazando sus propias piernas dentro de un ropero sin luz.
No lleva mucho tiempo viviendo en aquella casa, de echo todavía habían diversos enseres empaquetados en cajas en el salón. Cajas que escucha caer al suelo.
La pregunta era, ¿sólo quieren robar?.
El ruido cesa, la muchacha cuenta hasta 10 conteniendo la respiración y concentrándose en escuchar.
Reina el silencio. Se levanta poco a poco y abre las puertas del armario con cuidado.
Camina de puntillas hacia la puerta de la habitación, y llenándose de aire los pulmones y coraje corre hacia el final del pasillo, buscando la puerta de salida, la puerta hacia su salvación, al llegar la abre eufórica, a pesar de que va en ropa interior y fuera hace un frío horrible sale corriendo calle abajo.
Un coche de policía llega interrumpiendo el silencio de la noche con su sirena, frena en seco al verla.
-¿Señorita? ¿usted es quien llamo?- pregunta uno de los policías saliendo del coche mientras se quita con rapidez la chaqueta y la coloca sobre los hombros de la pálida muchacha.
-Sí-dice temblando del frío-no se si esta dentro aún.
Sentada en el coche de policía espera que la pareja de agentes salga de su casa…cuando lo hacen ambos parecen contrariados.
-Señorita, en su casa no hay nadie, no hay señales de que su puerta haya sido forzada y todas las ventanas están cerradas. Parece que no falta nada….
El hombre continúa hablando pero ella ahora lo comprende todo….
Levantándose del coche le devuelve la chaqueta al policía y dando los gracias entra en su casa.
En una de las cajas del suelo esta su gata, la cual le mira con ojos inocentes.
-Qué imbécil soy.