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martes, 23 de octubre de 2012

Carne y hueso


El filo del cuchillo brillaba en mis manos.  Protegida por unos gruesos guantes amarillos y un delantal manchado, muerdo mi labio inferior esperando sentir el placer de la carne desgarrándose bajo mis dedos.
Me concentro en cada corte, evitando que las salpicaduras de sangre tocaran la piel blanquecina de mi rostro.
Separo cada trozo del enrojecido cuerpo, poco a poco voy creando montones, separando los órganos, tirando los deshechos, rompiendo los huesos.
Cansada, descanso mis hábiles brazos por un momento, para volver a fundirme en la tarea de destrozar los cadáveres que descansan en un letargo infinito en la cámara frigorífica de detrás de mí.
-Perdone.
Una voz afeminada hace que desvíe mi vista, dejo el cuchillo hincado en una pierna.
-¿Podría ponerme la pierna de cordero troceada?.
-Claro. Para eso soy carnicera.
Vuelvo a hundir mi cuchillo.

sábado, 6 de octubre de 2012

Ser descubierta


Oye sus pasos, una respiración agitada y algo cansada que se acerca peligrosamente hacia su escondite.
Ella intenta no hacer ruido al respirar, concentrando todas sus fuerzas en parar los latidos de su corazón, para que así la habitación quedara en el más absoluto silencio.
Agazapada entre el armario y un baúl que huele a madera barnizada, lucha por reprimir el miedo, que empieza a introducirse por su boca para permanecer dando saltos dentro de ella.
La puerta comienza a abrirse, la luz del pasillo entra iluminando la habitación. 
-Se que estas aquí. He revisado toda la casa y este es el último lugar que me queda. ¡Hoy no escaparás de mis garras!- dice con tono teatral.
Ella ahoga un pequeño grito entre sus manos y cierra los ojos, siempre hacía eso cuando quería permanecer invisible al mundo, cerrar los ojos. Esperando que así, quizás, decidiera buscar en otro lugar.
-¡Ajá! ¡Te he escuchado!, ¡estas aquí!.
Arrastra el baúl donde se refugiaba con algo de esfuerzo  y deja su cuerpo a la vista.
-Estas aquí cariño.
Dice la delgada anciana cogiendo a su nieta entre sus brazos y dándole un sonoro beso en la mejilla.
-Hoy no has conseguido esconderte. ¿Quieres probar otra vez? Cuento hasta 10.
La pequeña niña de sonrisa fácil corre divertida, buscando un lugar donde volverse a esconder para ser descubierta de nuevo.