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lunes, 26 de marzo de 2012

Fideos

-Señora, tranquilícese, respire y dígame qué es lo que esta sucediendo.
-¿Qué me tranquilice? ¡No puedo! ¡Mi marido esta con un ojo en la mano!
-¿Un ojo? ¿De quién?
-¡El suyo! No se cómo ha pasado, estábamos cenando mientras veíamos la tele y de repente su ojo derecho ha caído sobre la sopa… ¡es horrible!
-Pero señora, ¿se ha desmayado? ¿Ha perdido el conocimiento en algún momento?
-Yo no, él sí, lloraba mientras rebuscaba su ojo entre los fideos, que siempre me salen muy buenos.
-¿Respira con normalidad? Le estamos mandando una ambulancia, llegará lo antes posible, intente que su marido…
-¡Ay! Los fideos, todos desperdigados por la mesa, tienen mucha historia, es una receta antigua, mi abuela me la enseñó cuando era una cría, y ahora están manchando mi mantel de ganchillo.
-Señora…su marido…
-No…fue mi abuela, mi marido es un manazas, es un torpe inútil que no sabe hacer un huevo frito, estoy cansada de mirar por él las 24 horas del día.
-Pero…
-Nena, ahora esta tranquilo, no grita ni llora como hace un momento. Mientras llega la ambulancia puedo darte la receta…te aseguro que les gustarán tanto a tus comensales que los ojos se saldrán de sus órbitas.

sábado, 24 de marzo de 2012

No estoy enferma

-El tratamiento será duro, probablemente te sientas débil y pierdas el apetito, pero creemos que así conseguiremos la total curación- dijo el médico de bata blanca mirándome fijamente.
Y aquí estoy, varios días después de mil pruebas en un hospital triste, sentada en un incómodo sillón verde con las piernas en alto, enchufada a una máquina que me limpia la sangre. 
-Ya sabes Laira, si te sientes mal solo tienes que pulsar el interruptor que tienes colgado en la pared, justo detrás de ti- dice la enfermera señalando el aparato blanco con un botón rojo en el centro- Sabemos que es duro, pero reina respira hondo y relájate, la sesión dura 6 horas. ¿Quieres que te traiga algo? ¿agua? ¿una revista?.
-No gracias- le respondo- puedes irte. Estaré bien. -pronuncio estas palabras sabiendo que es mentira, esto no se soluciona con una maquinita que me saca la sangre y me la devuelve “limpia”. El problema es mas complicado.
La enfermera se marcha cerrando la puerta con cuidado, cierro los ojos y me concentro en contar de 1 a 100 respirando profundamente. De repente una sombra alargada pisotea los números que rondaban mi mente  y mi cuerpo entra en una tensión dolorosa,  ha vuelto, llega a pasos gigantes. Huele a azufre y a cadáveres podridos, oigo aplausos y un pitido atronador en mi cabeza, ya lo siento cerca, ya lo noto dentro. Me levanto intentando que el gotero y el aparato que tengo enchufado a mis venas no caigan, apreto el interruptor con furia, una y otra vez mientras comienzo a perder la noción del tiempo y la realidad.
-¡Ya ha vuelto! ¡No se como tengo que deciros que el demonio no se marchará de mi cuerpo tan fácilmente! -grito a la manada de médicos que entran a la habitación.- ¡ha vuelto! ¡ha vuelto para quedarse!

miércoles, 21 de marzo de 2012

Última foto

Recoges tus cosas de manera acelerada, apenas me miras de reojo mientras guardas tu chaqueta verde entre los pantalones arrugados. No sabes que decir, se que no queda nada que te pueda retener aquí y por eso me mantengo a cierta distancia. Observo la escena, guardándola en mi mente como la fotografía final de una gran película.
“No me quedan ganas de intentarlo“,  me has dicho sentenciando el final mientras tirabas el humo del maldito cigarro sobre mi rostro. 
Caminas seguro con tu maleta a cuadros, dejando en el pasillo tu olor, solo espero que cierres la puerta tras de ti por si algún día se te ocurre volver.

jueves, 15 de marzo de 2012

Punto y final

“Ya no voy a seguir el guion, no tengo fuerzas para continuar dejándome el alma siguiendo la trama escrita por un cruel director. Seguro que él se lleva mil premios, pero yo me he convertido en  una actriz frustrada”. Te digo estas palabras sin apenas mirarte, sabiendo que llegan a tus oídos pues estás sentado justo al lado.


“No nos valen terapias, ni gritos, ni discusiones histéricas que acaban en una afonía ronca, este instante es el último que podrás envasar el vacío en tu memoria”.
“Fíjate, ¿ves mis manos? Ya no pesan, ¡flotan! , ¿ves?.  Ahora que sé que es el fin estoy mucho mejor”. Muevo mis brazos lentamente mientras me levanto y me alejo calle abajo y me pierdo  entre el gentío que pasea por la céntrica calle.

Mis lágrimas viajan de mis ojos al suelo en un salto final, chocan contra el asfalto y mojan mi cara. Las últimas lágrimas que congelan este instante. “¡Ojalá te mueras!”, grito sin mirar hacía atrás.  “¡Ojalá te mueras!”.



Basado en 1999 de Love of Lesbian.

martes, 13 de marzo de 2012

Como nunca

-¿Puedes acelerar un poco?, ¡muero del dolor!- un joven recostado en el asiento trasero del coche se retuerce agarrándose el pie. Una mueca de dolor y angustia descansa en su rostro.
-Voy todo lo rápido que puedo.¿Sabes?.¡Joder! ¡siempre igual! Me pones de los nervios….¡sí! ¡semáforo en verde!- dice la muchacha abriendo los ojos llena de adrenalina y acelerando de tal manera que el coche parece a punto de salir volando.
-¡Cálmate! ¡estas yendo muy deprisa!.¡Vas a quemar el motor!.
-¿Rápido o despacio? ¡tú decides! ¡es tu pie!- la joven enciende la radio y pone el volumen al máximo- y si no dejas de quejarte no te escucharé.
-¡Ya! ¡Estate quieta! ¡me va a dar un ataque al corazón! ¡conduces como una loca!.
La chica ríe entusiasmada mientras baila la música que retumba en el interior del coche, frena de golpe delante de un bar y sale despedida dejando la puerta del conductos abierta.
-¡Eh! ¿Dónde vas?…¡estas loca!- intenta levantarse para seguirla pero el dolor intenso de su tobillo le hace volver a sentarse gritando una retahíla de insultos.
Ella regresa al coche cuando han pasado apenas 2 minutos con una bolsa blanca donde se lee el logo del bar, un lagarto tumbado bebiendo cerveza que dice “bebe y ríe“.
-Provisiones, si vamos a vivir aventuras las necesitamos- dice sacando de la misma una botella de ron y varios paquetes de cervezas.
-¿Aventuras? Estoy flipando… necesito ir a un hospital, ¡me has roto el tobillo!, ¡me duele! ¡me duele!.
La joven parece descolocada y bajando la música dice.
-¿No querías vivir algo nuevo?. Pues aquí lo tienes, te duele como nunca, me quieres como nunca y vamos a emborracharnos como nunca.

sábado, 10 de marzo de 2012

Azoteas

La ropa tendida en los cables de la azotea se mueven de manera frenética, al igual que mi pelo, que  parece sincronizado a la perfección con la colada y ensaya la coreografía mecido por las caricias del viento.
El cigarro se consume en mi mano, lentamente.
Oigo sus pasos en las escaleras, van rápido, quizás sea porque llega varias horas tarde, porque sabe que me encontrará sentada en el suelo.
La puerta se abre lentamente y aparece sonriendo.

-Ya estoy aquí.¿ Me esperabas?.
-Hace tiempo que dejé de esperarte. No te esfuerces- le digo apagando el cigarro contra el suelo de baldosas de la azotea. Me levanto y compruebo que sigue siendo incómodo estar a pocos metros de él. Que mis ganas pueden más que mi razón.
-Bueno, ¿me das un beso?.-me dice acercándose y dejando un paquete de cervezas encima de una mesa de mimbre.
-¿Un beso?, ¿quieres un beso?. Te marchaste, me dejaste tirada, llegas siempre un domingo de verano a buscarme a esta azotea, vienes y remueves mis recuerdos, te plantas en mi cerebro y retuerces mis ganas de olvidarte. ¿Qué pasará el día que no te espere?, ¿Qué…?- interrumpes mi monólogo con un beso, un beso robado que te entrego sin resistencia.
-Cuando no estés no habrá  beso, ¿quieres una cerveza?.
Me aparto de su abrazo mientras enciendo otro cigarro.
-Por cierto, estas muy guapa.

viernes, 9 de marzo de 2012

NO TAN NOCHE, PERO JODIDAMENTE RARA 6

Apunto a la cabeza de aquel hombre, me abro de piernas imitando a Angelina Jolie en su última película, pienso “ahora o nunca” y apreto el gatillo.
El ruido del disparo es ensordecedor y por momentos pierdo la noción del tiempo. Cuando consigo abrir los ojos observo la escena. La sangre llena de grumos negros ha salpicado sobre las paredes haciendo imitación del gotelé, un líquido  denso cubre mi cuerpo y mi rostro, su cabeza tiene un agujero pequeño justo en el centro por el que chorrea una sustancia morada. Es asqueroso.
La pistola arde entre mis manos, “no he sido capaz” pienso, “soy una asesina”, “soy una enferma”, poco a poco noto como mis piernas pierden fuerzas y caigo al suelo mientras restriego con fuerza la sangre de mi vestido.
El aire apenas entra en mis pulmones provocando que toda la habitación de vueltas.
Chillo, vomito, tiemblo. Un dolor recorre mis entrañas, su nombre es culpabilidad y no deja hueco sin apretar, comienzo a sentir que no seré capaz de guardar esta escena en mi interior. Necesito borrarla, huir.
-Fabuloso cerdo muerto-susurro- sí, la tarjeta. Tenía que llamar.
Una vez me imagino tumbada al sol en un lujoso hotel, rodeada de billetes y ropa cara la culpabilidad se esfuma por los poros de mi piel y se evapora como el sudor que empieza a empapar mis axilas.
La tarjeta reposa sobre la mesa.
Manchada de sangre deja ver un número de teléfono el cual marco como si fuera lo último que me quedara en la vida. Algo no muy alejado de la realidad.