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lunes, 24 de octubre de 2011

Confusión 2

Aún con los ojos cerrados se levanta de la cama y da vueltas por la habitación.
-¡No puede ser!  fui a la dirección correcta, él estaba allí. Quizás esto sea un sueño- se dice guardando todo lo que había sobre la cama en la mochila.
El cuchillo aún tenía marcas de sangre y la cuerda estaba húmeda del sudor de las manos de aquel hombre que había llorado como un crío.
El pánico se apodera de ella, siente que su sangre se para en los pies y comienza a respirar con dificultad.
-Debo esconder esto.
Yendo al baño recoge la ropa manchada de sangre que esta desperdigada por el suelo y la mete en la misma mochila.
-¿Qué hago con esto? ¿lo quemo?- se dice-¡Sí! Voy a quemarlo, no va a quedar un solo rastro de mi asesinato.
En el centro del salón coloca todos los libros de la estantería, y encima del literario montón deja caer la mochila que contiene los rastros de su implicación. Con las cerillas de la cocina prende fuego en las hojas de los libros y se sienta expectante a observar su obra.
Cuando quiere darse cuenta el fuego ha inundado la habitación. Cerca de ella empieza a prender el sofá.
-Tengo que irme- afirma.
Corre hacia la puerta, pero en mitad del pasillo recuerda que la cerró con llave al entrar y que las malditas llaves estan en la mochila, la misma que ahora arde en el incendio que ella misma ha provocado.
 Es irónico, he vuelto ha meter la pata.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Confusión

Hace frío, es de noche y un ligero vaho sale de su boca con cada respiración. Le duele la cabeza de tal manera que cada paso hacia su casa le produce un martilleo continuo. La calle esta vacía excepto por un coche negro aparcado entre dos árboles, en él unos adolescentes se besan sin vergüenza.
-No pasa nada…este dolor se irá cuando reciba el dinero, me iré lejos, a un sitio con playa- se dice mirando al frente y evitando pasar por delante del coche.
A paso rápido consigue llegar a su casa sin que nadie observe la sangre que cubría su chaqueta marrón.
Una vez en casa cierra la puerta con llave y enciende todas las luces.
Se observa en el espejo del baño antes de meterse en la ducha.
-¡Qué color más feo tiene tu sangre!- le grita a su reflejo intentando limpiar  de su cuello la mancha con forma de L mojando su manga con saliva y restregando enérgicamente.
La ducha dura unos eternos minutos en los que ella canta indiferente.
El teléfono móvil suena justo en el momento en el que elige del armario un vestido negro con el que marcharse lejos, revuelve las cosas de su mochila buscado el aparato, el teléfono no deja de sonar y opta por tirar todas las cosas encima de la cama, un cuchillo, una mordaza, unas tijeras…y el móvil.
“Trabajo” se lee.
-Hola jefe…-no le da tiempo a continuar pues su interlocutor le corta.
-¿Dónde cojones estas?
-En mi casa. Ya lo he hecho,  el muy inútil se resistía…
-¿De qué hablas?…lo estoy viendo ahora mismo, esta subiendo a su coche…¿cómo has podido fallar? ¡era muy fácil! ¡era un encargo fácil!.¡Estas despedida!.
…  sin darle tiempo a contestar el hombre de voz grave cuelga.
La chica aún con el pelo mojado, se sienta en la esquina de la mullida cama y cierra los ojos intentando ordenar sus pensamientos.
¿Entonces a quién he matado?

lunes, 17 de octubre de 2011

Cita

Las velas iluminan tenuemente la estancia. La cena esta elegantemente colocada sobre un mantel impoluto.
Una música suave suena desde la minicadena. El locutor de la radio indica que son las 11 de la noche, y que la próxima canción de Elvis Presley va dedicada a todos los oyentes solitarios.
La muchacha va en ropa interior, fuma compulsivamente y maldice en voz alta el largo retraso de su cita.
De repente siente que el ritmo de la música inunda su interior. Sin apenas darse cuenta comienza a destrozar la mesa tirando los platos y derramando el vino sobre el mantel .Pisotea las velas que inundan el suelo, los libros salen disparados de los estantes para estrellarse contra la pared mientras un grito de furia sale de su garganta.
-Y este ha sido el último tema de mi sesión radiofónica,¡pasar un gran martes amigos!
Ella abre los ojos y se encuentra en el centro del destrozado salón. La furia ha dejado de inundar su interior,¿martes?, piensa.
Ahora entiende todo, la cita era mañana. Golpeándose la cabeza con las dos manos se sienta en el suelo y recoge un trozo de pollo seco del suelo que mordisquea con cuidado.
-Necesito una agenda-apunta mentalmente.

martes, 11 de octubre de 2011

Terapia

-Me gustaría saber volar, sentirme libre-afirma una chica de melena morena mientras fuma un cigarrillo descansando su cabeza sobre el respaldo de una silla mullida.
-Podemos probar, ¿te apetece?
-Claro, nos cogemos de la mano y saltamos por el balcón. ..me encantaría poder besarte.
El muchacho de ojos azules le observa divertido, ambos están sentados en el centro de un despacho, una psicóloga les observa desde un rincón oscuro mientras toma nota incasablemente en una libreta de tapas duras.
-¿Y porque no lo haces?, yo te prometo responder.
Ríen a carcajadas. La chica acaba su cigarrillo y lo apaga contra el suelo. Se acerca lentamente a los labios del joven que cierra los ojos imaginando el inminente beso,sus caras casi se rozan, sus manos se entrelazan, de repente un pitido ensordecedor inunda la estancia y luces que hasta ahora habían estado iluminando débilmente alcanzan tal esplendor que ambos se llevan las manos a los ojos para evitar quedarse ciegos.
-¡Basta!, el tiempo ha acabado. Mañana continuaremos con la sesión, vuelvan a sus celdas de aislamiento- dice la psicóloga de nariz aguileña y mirada fría- no me obliguen a llamar a seguridad.
Ellos obedecen y  se alejan con tristeza, sueltan sus manos sin dejar de mirarse a los ojos,  ahora se dan cuenta que aquella psicóloga no había sido buena idea para solucionar sus problemas de pareja, se anunciaba como una terapia dura pero con resultados y lo único que sentían era que se estaban volviendo locos.
Cuatro hombres vestidos de uniforme entran en la sala y sacan sus porras de los cinturones, les observan ansiosos por golpear su cuerpo. Ellos continúan mirándose a los ojos en el centro de la habitación.
-¿Volamos?- le dice el joven.
-Nunca lo había deseado tanto.
Se cogen esta vez por la cintura y saltan contra el balcón del quinto piso de una psicóloga enferma.


lunes, 10 de octubre de 2011

Próxima parada

La sangre brotaba del orificio de su nariz, intentaba taponarlo con un pañuelo que amablemente un señor le había ofrecido, este  vestía con traje negro, sostenía un maletín de cuero en su mano derecha y tenía los ojos ocultos tras unas gafas de sol a pesar de que se encontraban dentro de un vagón de metro.
La sangre recorría su barbilla y golpeaba contra el suelo, era un hilo denso de color rojizo.
-Parece que mi pañuelo no funciona-dice el hombre sosteniendo la cabeza de la muchacha con suavidad y alzándola lentamente hacia el techo del vagón.-Me dijeron de pequeño que si miras al techo la sangre deja de salir.
La joven obedece, las manos del ejecutivo son suaves, sus uñas perfectas y se siente tan cómoda a su lado que por un momento se imagina besando sus dedos cada noche.
“Próxima parada…” la megafonía le interrumpe en su fantasía, y aquel hombre de manicura perfecta y pañuelo blanco se marcha ofreciéndole una sonrisa.
-Se olvida su pañuelo.- dice la chica con cierta vergüenza.
Pero el hombre ya no está, en sus manos no hay ningún pañuelo, y de su nariz no brota nada excepto su respiración. La gente del vagón le observa extrañada, espera desesperada la llegada de la siguiente parada. Cuando las puertas se abren escapa rápido de sus miradas y se funde en la marea de gente que recorre la estación.

martes, 4 de octubre de 2011

Anciana

Un hombre con gorro marrón descansa tumbado en un banco cerca de un parque infantil, esta tapado con una manta que una agradable mujer le regaló hace unos días, cuando el frío de la noche arreciaba.
Él está enamorado de aquella mujer de pelo canoso, pues ella le saludaba como si no vistiera con ropas harapientas  ni oliera a sucio, le guarda comida en tapers incluyendo siempre café caliente, le regala ropa que según ella “se le ha quedado pequeña a mi marido”. Todos los días se sienta con él en aquel banco, le habla de su familia, de la pena que siente por no poder verlos con más frecuencia, de que desearía volver a ser joven y dejar sus 70 años aparcados para poder recorrer mundo, le regala sonrisas y compañía…cosa que muy poca gente hace pues la mayoría aparta la vista cuando él pide dinero cerca del metro.
Pero ese día ella no ha bajado al parque, sabe que vive muy cerca de allí, en unos bloques rojos de edificios simétricos y que quizás sea porque este enferma…se siente tan preocupado que va en su busca.
Al llegar cerca del portal encuentra una ambulancia con las luces encendidas, en una camilla de sábanas blancas esta recostada su única esperanza, aquella mujer que le da alas para imaginar una nueva vida le observa con tristeza. Levanta una mano lentamente y con un leve gesto le dice adiós.
Las puertas de la ambulancia se cierran, y con ellas se cierra su alma.
Ahora él duerme cerca del cementerio, nadie visita la tumba de la anciana, sólo él y un gato que destroza las flores, que una y otra vez el hombre de gorro marrón coloca con cuidado.

lunes, 3 de octubre de 2011

¿Te casas?

¿Estas realmente segura del paso que vas a dar? .La música ya se escuchaba desde el interior y probablemente los invitados esperaban ansiosos la entrada de la novia.
Quizás sea por la influencia del cine y la ficción en su vida pero se imaginaba corriendo por una ladera verde subida a un caballo de pelaje marrón. La diferencia radica en que se encuentra en el centro de una atestada ciudad, en las puertas de un viejo ayuntamiento decorado con flores rosas y violetas.
El traje le apretaba demasiado, a pesar de sus quejas a la modista ésta había hecho oídos sordos alegando que así realzaba su silueta.
Le cuesta respirar con normalidad. Su madre sale del ayuntamiento sosteniendo entre sus manos una bolsa de pétalos de flores y arroz.
-¿Entras?, el novio está desesperado.
La música cesa y un hombre elegante asoma la cabeza a través de la puerta.
-¿La pongo otra vez? ¡Dese prisa! ¡hay cinco bodas detrás de la suya!.
Bueno, inspira todo el aire que puedas y hazlo, se dice a sí misma.
De nuevo retumban los altavoces en el interior, suena una balada.
-Venga hija, ¡hazme feliz!
La supuesta radiante y entusiasmada novia lo comprende todo de golpe, el ramo parece quemarle las manos y lo lanza con fuerza a la cara de la repeinada madre que lleva un tupé con plumas semejante a un nido de golondrina desplumada.
-¡hija! ¡el ramo es muy caro!.-grita mientras enrojece como una brasa.
La novia se desviste poco a poco, dejando el blanco vestido en la acera de la calle, la situación es tan rara que se ha formado un revuelo alrededor de ellas y alguien le tiende una camisa a la ahora sonriente novia para que no quedara en ropa interior.
-Ten, ya tienes lo necesario, ramo, vestido y novio. ¡Hazme feliz a mí y cásate con ese imbécil, a fin de cuentas lo conoces desde el principio!
Y diciendo esto se marcha enseñando por debajo de la camisa a cuadros  la liga azul que había colocado en su pierna derecha.
Una preciosa boda.