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jueves, 28 de junio de 2012

Sueños


Observo el vagón. 
Montada en el primer tren de la mañana busco la persona que me haga rejuvenecer.
Un anciano duerme roncando con furia, alargando cada ronquido teatralmente. Quizás sueña con su juventud y las cosas que ha dejado por hacer. No, él no.
Una madre mece entre sus brazos a un pequeño niño que se niega a dejarse vencer por el sueño, mierda, pienso, él sí hubiera valido.
Apenas hay gente, debería haber esperado el siguiente tren, pero no debo llamar la atención. Mi piel pálida deja ya entrever el entramado de mis venas, el invierno me permite taparlas con ropas largas… temo la llegada del verano.
Me incorporo lentamente del asiento para examinar más detenidamente a los pasajeros. 
Allí estas, mirando a través de la ventana del vagón, inmerso en tus pensamientos y luchando por impedir que tus ojos se cierren. Bostezas, tanto que parece que tu mandíbula caerá rodando  a tus pies.
Sonrío, en apenas varios minutos me devolverás la vida.
Cansada, desesperada, me levanto y me siento a tu lado.
-Buenos días- te digo mostrando la mejor de mis sonrisas ensayadas delante del espejo.
-Hola- respondes sorprendido.
-Me llamo Julia, te he estado mirando y pareces muy cansado. ¿Vas muy lejos?
-A visitar a mis padres, voy a Alicante, en apenas media hora estaré allí pero…
-No temas, yo te despertaré cuando lleguemos. Duerme. Tienes muy mala cara y a mi no me importa.
Pareces convencido y colocando la chaqueta como almohada cierras los ojos. En apenas cinco minutos caes en un sueño profundo. Coloco mi mano sobre tu pierna, la acaricio, descansas tranquilo, sin saber que robo tus sueños.
Sí, me alimento de ellos, pero se hace cada día más difícil, ya apenas nadie sueña con cosas agradables.

jueves, 21 de junio de 2012

Valor


Examino la expresión de tu rostro cuando colocas la taza marrón en la mesa rozando mi mano. No te alteras, no sonríes, para ti sólo soy la joven morena, que pide siempre un café con hielo.
-Aquí lo tiene, su café- dices algo malhumorado. Quizás sea porque hoy has dormido poco, lo noto en las ojeras que reposan a sus anchas en tus ojos, o puede que tu enfado sea causado por el dolor de tu tobillo derecho. Te mueves seguro, aunque cojeando levemente, entre las mesas de la terraza del bar, pareces un gato callejero en busca de la última raspa de pescado.
Decidida me levanto de la silla dejando el café intacto. Me acerco a ti segura, contoneando mis caderas con furia.  Coloco las monedas entre tus dedos y rozando tu oreja con mis labios dejo que las palabras escupan verdades.
-El día que me encuentres entre tanta gente me marcharé contigo, recogeré mis cosas y me perderé contigo.

Dejándote con la boca abierta me marcho sin volver a mirarte, decidida a volver mañana en busca de tu respuesta.

lunes, 18 de junio de 2012

Gala


Aprovecho que la oscuridad de la noche se ha dejado caer como invitada en la habitación abarrotada de gente, para buscar un rincón donde alejarme de los halagos y sonrisas forzadas.
Me dejo caer sobre una silla de terciopelo donde me descalzo de los tacones y masajeo mis pies.
Las luces de un pequeño escenario se encienden. El silencio, poco a poco, se hace protagonista. Un hombre trajeado y con tanta gomina como para pegar un puzzle de 1.000 piezas, se coloca delante de un micrófono dorado.
-¡Bienvenidos amigos y amigas escritores!. Es para mí un honor ser el encargado de entregar el premio a la mejor novela del año. Sus historias siempre esconden algo de realidad, un halo de misterio y finales trágicos que nos dejan con la boca abierta. ¿Quién pensaría que la escritora de “Finales sin fin” iba a aceptar la invitación a esta gala?, ¡Queridos, demos un fuerte aplauso a la joven que nos roba la inspiración!.
Camino hacia el escenario descalza, con los zapatos negros en la mano.
El presentador de la gala me ayuda a subir al escenario de forma servicial, aunque por un momento piensa en soltar mi cintura y dejarme caer. Sin disimulo deja dos besos intensos en la comisura de mis labios rojos carmín.
Todos me observan en silencio, expectantes, si me concentro oigo sus pensamientos, “fíjate, no es tan guapa”, “en realidad, no escribe, copia, plagia”, “es una demente”, “no se lo merece”…suavizo mi voz y con el mejor tono pronuncio mi discurso acercándome al micrófono:
-Buenas noches a todas y todos los que esta noche han decidido acompañarme a esta “preciosa” gala. Me odiáis con todas vuestras fuerzas, noto vuestras ganas de hundir el cuchillo de los canapés en mi pecho… sin embargo, seré educada. Debo agradecer este premio a toda la gente que provoca en mi todas las demencias que acaban escritas en papel, para llegar hasta vuestros grasientos dedos y ojos críticos.
Debo deciros que esta noche me habéis inspirado, “Finales sin fin” hecha el cierre, hoy he encontrado el final.
Todos callan, expectantes. Acerco mi boca la micrófono hasta rozarlo con mis labios.
-Hoy lloverá vomito sobre vuestras cabezas, os devuelvo todas las críticas “constructivas”.
La alarma de incendios se activa, pero en lugar de agua los aspersores sueltan un líquido amarillento que moja sus cabezas y vestidos caros.
Todos gritan, mientras yo camino segura hacia la salida abrazando mi premio. 
Joderos- les susurro.


miércoles, 13 de junio de 2012

Eficaz 100%

-Haz el favor de dejar de mirarme así- le dice la jóven al alumno que tiene la boca media abierta y los brazos sobre la mesa inmóviles- ¿No has entendido nada, verdad?.
El muchacho niega con la cabeza y lentamente busca con la mirada una salida.
-No. Por mucho que busques sólo estamos ¡tú y yo!, la puerta está cerrada con llave, y las llaves en mi bolso.
El jóven observa la sala. Un pequeño cubículo sin ventanas. Una pizarra reina la estancia, sólo amueblada con dos pupítres de madera. La luz artificial de los fluorescentes le empieza a provocar calor. Ya se aprecian unas gotas de sudor recorriendo su frente como si jugaran una carrera por llegar a sus cejas.
-Debo recordarte que todavía nos quedan 3 horas para acabar la clase. Tengo la autorización de tus padres para utilizar mi método.
Los sollozos y temblores se apoderan del muchacho, que comienza a llorar haciendo pucheros.
La profesora, inmune a sus súplicas en forma de lágrimas, saca del bolsillo trasero de su apretado pantalón un pequeño cuchillo.
-¡Sí!, comenzaremos de nuevo la lección. Ya lo sabes mi lema es "con sangre todo entra..." ¿puedes poner el brazo sobre la mesa?.
El indefenso alumno ya no solloza, grita. Se arrepiente con todas sus fuerzas de haber recogido a la salida del instituto aquel folleto de las manos de una preciosa muchacha, la misma que ahora le amenaza con un cuchillo.
"Método eficaz 100%" rezaba su anuncio, y quizás no mentía.