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miércoles, 30 de mayo de 2012

Juegas


Ahora sólo espero el derrumbe de las paredes de esta casa, que parecen a punto de ceder y caer sobre mi.
Ando sin ganas, sonrío automáticamente cuando sale tu nombre en alguna conversación, pese a que en mi interior siento que el corazón grita  y se estremece. Les digo estar bien, “la vida continúa sin él”.
Debería admitir que al cerrar los ojos todavía te veo en el sillón morado, engullendo cualquier libro, pasando las páginas en una caricia para pasar luego a mi espalda, provocando que el calor recorra mi interior.
A veces, sino siempre, me encuentro observando el hueco que ocupabas en la cama, todavía huele a ti. Las noches siguen siendo nuestras, sigues jugando con mi cuerpo cuando la luna ilumina el pequeño cuarto pese a que estas muy lejos.
Noto un abrazo cálido rodeando mis piernas.
-¡Ya basta! Sabes que no me gusta que hagas eso y mucho menos desde que estas muerto. 

jueves, 24 de mayo de 2012

Ser todo... menos yo


El silencio de la noche me abruma, lo callo colocándome los auriculares y perdiéndome en la canción que me regala.
Observo atenta el bloque de enfrente a través de la pequeña ventana. La vida de sus ocupantes me entusiasma, llenas de romances, problemas, rebosantes de la vida que me falta a mi.
Me dejo llevar por la imaginación e intento saber como sería el tacto de la seda del camisón blanco que lleva la mujer del segundo. Ser la sonrisa de la anciana que escucha atenta a su marido, abrazados delante del televisor en el quinto. Cómo saben los labios del joven del tercero, que se deja acariciar por una morena de culo respingón.
De repente la puerta de la habitación se abre en un susurro de bisagras. Alguien me arranca los auriculares bruscamente y me sostiene el brazo con fuerza.
-Se acabó el tiempo, mañana si cumples con tus obligaciones sin rechistar te daremos más minutos.
Vuelvo a mi triste celda arrastrada por un ser medio hombre-medio armario, apreta sus dedos en mis brazos provocando tal dolor que muerdo mis labios con fuerza para no gritar.
Me tumbo en la cama de sábanas amarillentas y tras tomarme la medicación que el médico del psiquiátrico me da en un vaso de plástico, me concentro en ser beso, piel, en ser todo… menos yo.


lunes, 21 de mayo de 2012

Préstamo


La escena parece tranquila, ella esta recostada en el  suelo cerca de un ventilador que mueve su pelo de forma constante.
Hace calor, una gota de sudor recorre su espalda. Bebe de un vaso en el que se oye el tintineo de unos hielos. Exceptuando el ruido de los hielos y algún que otro suspiro la habitación permanece en silencio.
Se levanta masajeando sus piernas, algo dormidas y camina contoneando las caderas hacia la habitación del fondo. No se molesta en encender las luces, su silueta blanca por la falta de sol  parece más salvaje en la oscuridad.
Abre la puerta lentamente, dejando que el pasillo se inunde de pequeños gritos y suplicas.
En el centro de la habitación un hombre trajeado esta atado y amordazado en una silla. “Me ha quedado muy profesional” piensa.
-¿Lo pensaste ya? - le dice ella acercando el vaso frío al ojo amoratado del hombre- Ya sabes cuál es el trato, necesito el préstamo, y tú, grandísimo hijo de puta me lo vas a dar, y ya de paso vas a regalarme la vajilla que dais en el banco. ¿Entendido?.
El hombre asiente, la desesperación se observa en cada poro de su piel.
-Voy a quitarte la mordaza para que me digas lo encantado que estas con tu nueva cliente.- le dice retirando con suavidad el trapo de cocina que cubre su boca.
-¡Estas loca!, ¡loca! Cuando sepan que me has secuestrado vendrán, y tú ¡¡maldita chiflada!! irás directa a la cárcel…-el señor banquero grita como un energúmeno, tanto que una vena del cuello comienza sospechosamente a hincharse.
Ella no parece molesta, agarra el vaso con fuerza y tomando algo de impulso lo estalla contra la cabeza del hombre, que automáticamente cambia los insultos por gritos de dolor . La sangre brota de su frente de manera escandalosa, manchando su precioso y caro traje.
-Querido, hay gente dispuesta a tratarte mucho peor que yo ahí fuera. ¿Probamos?.

sábado, 19 de mayo de 2012

Vigilancia


-¿Puede ayudarme?- una joven atractiva toca el hombro de aquel vigilante que parece medio dormido.
-Disculpe señorita- dice incorporándose de la incómoda silla en la que pasa las horas de trabajo.
Es sencillo, sólo tiene que vigilar aquel pasillo durante la noche, hasta que un simpático anciano le releva. A veces las noches se hacen eternas entre el silencio y la oscuridad que reinaba en aquella casa.
¿Motivos? No lo sabe, aceptó el trabajo sin preguntar apenas condiciones, la desesperación se cernía en su casa y el dinero le era urgente.
-Dígame, ¿qué puedo hacer por usted?- le responde quitándose la gorra negra de su uniforme.
La joven se acerca incomodando al hombre, huele a perfume caro, su sonrisa parece hipnotizarle y comienza a sentir que el deseo se ha clavado entre sus cejas.
-Debo decírselo al oído, nadie puede escucharlo- ella se acerca lentamente, casi roza sus mejillas, ya siente su aliento cerca de la oreja…
El vello del vigilante se eriza, siente irrefrenables deseos de besarla, desnudarla… mientras se imagina la escena, la joven hinca sus dientes en el cuello del hombre que la imaginaba desnuda.
Muerde, absorbe su sangre como si de horchata se tratara, él se deja y sin oponer resistencia alguna cae al suelo pasados unos minutos, parece vacío, blanco, ni una gota de sangre recorre el entramado de sus venas. Un espasmo estremece su cuerpo en un último suspiro. Es una noche que se volverá eterna en aquel pasillo abandonado. 
Con los labios pintados de sangre y el estómago lleno de aquel caliente líquido ella sonríe.







lunes, 7 de mayo de 2012

La noche eterna


Observo el reloj que descansa en mi muñeca, es tarde, demasiado como para continuar sentada delante de la ventana. El sueño no puede conmigo, ya vacila si romper mis neuronas dando saltos sobre ellas o volver a nublarme la vista a puñaladas dolorosas, pero no vencerá. 
El insomnio forzado por el que paso las horas en vela, me ha hecho ver otro mundo que vosotros no observáis.
La noche y su preciosa luna son testigos de lo oscuro, refugio de cobardes, de ruidos que se mezclan en mi cabeza y luchan contra mi cordura.
Pienso en ti, confesaré que tu marcha fue como un funeral, que no he aprendido la lección y sigo pensando que has robado mis mejores recuerdos. Ojala volvieras y así poder volver a dormir .
-Yo cumplo mis promesas. Cuando vuelvas volveré a soñar- me susurro a mi misma.

miércoles, 2 de mayo de 2012

El retrato


Aún tengo un poco de oxígeno y algo de café. Me digo abriendo la ventana y sacando la cabeza para respirar.
El líquido todavía humeante recorre mi garganta dejando su sabor amargo en mi lengua. Tú continúas durmiendo, medio desnudo, en la revuelta cama donde anoche me rodeabas con tus brazos. Aún recuerdo tu tacto en mi piel, el calor en mis caderas y tus miradas furtivas.
Sueñas, lo sé por el movimiento lento de tu pie derecho, cuando sueñas lo mueves hacia los lados. Excepto cuando es interrumpido por una pesadilla, entonces dejas casi de respirar.
Aprovecho la extraña postura en la que estas ausente en tus fantasías, (la mueca de tu rostro irradia felicidad, media sonrisa de lado… la que tanto me gusta), para coger el cuaderno y dibujarte en lápiz.
Justo debajo pongo el título “El hombre que sueña…”.
Me levanto, me visto rápido y huyo dejando tu retrato colgado en la pared con un alfiler.
Al cerrar la puerta el dibujo cae al suelo, dejando a la vista la continuación del título escrito por detrás.
“El hombre que sueña… que yo me quedaría”.