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lunes, 30 de mayo de 2011

Música...¡amaina las fieras!¿o no?

Enamorada del nuevo disco de Extremoduro.
¡Muy recomendable!
Esta es una de las que no puedo parar de escuchar..

lunes, 23 de mayo de 2011

Asustadiza

Hacía una tarde desagradable, llovía a raudales y la oscuridad de la noche parecía haberse adelantado unas cuantas horas.
Caminaba deprisa, sólo tenía ganas de llegar a mi casa,prepararme un vaso de café y tumbarme en el sofá.
Un ruido a mi espaldas atrae mi atención. Hay un hombre justo detrás de mi que introduce su mano en la chaqueta buscando algo.
-¿Eres tú...?-dice con un tono algo extraño.
No le dejo terminar la pregunta, ¿Qué va a sacarse? ¿una navaja? ¿una pistola? quizás las leyendas que me contaba mi abuela de que una chica sola no puede ir por la calle eran ciertas (mi abuela es así, sigue pensando que las mujeres somos débiles, que no debemos ponernos escote porque despertamos el instinto zorril del sexo opuesto, y que los caramelos, que por cierto nunca me han ofrecido, que regalan en las puertas de los colegios están llenos de drogas experimentales).
Le doy un empujón con todas mis fuerzas y salgo corriendo. Corro como nunca, pisando los charcos.

Al llegar a un portal iluminado toco a todos los timbres, estoy histérica...
El hombre aparece...
-No, ¿qué te he echo yo?-le digo sollozando.
-Perder la cartera. Toma, solo vengo a devolvértela.(de nuevo repite el gesto anterior, pero saca de su chaqueta mi cartera en lugar de cualquier instrumento de tortura como yo pensaba,me la da con cara de asombro).

Me quedo paralizada, la gente del edificio comienza a responder a mi llamada histérica de los timbres.

-¿Quién es?...ya estamos otra vez tocando a los timbres para molestar...voy a bajar y te voy a dar una.....
-¿Síii?-(una anciana con voz entrecortada lo repite cinco veces y después da al interruptor de abrir la puerta)

Agobiada, guardo la cartera en el bolso,agradezco con una sonrisa de medio lado y algo forzada al hombre que espera un "gracias" y salgo de nuevo corriendo...esta vez para esconderme en casa y olvidarme de mi torpeza adquirida de nacimiento.

Encuesta obligatoria

¿Tienes 5 minutos? solo debes responder a esta encuesta y te hacemos un regalo.
La chica más que pedirme amablemente que le ayude a ganarse el sueldo y dejarme decidir si quiero hacerlo me obliga, pues me agarra fuerte del brazo y me apunta con el bolígrafo cerca de un ojo.
-¿Por cuanto dinero te dejarías cortar un dedo?

Al escuchar esa pregunta me asusté realmente.
-No, yo no quiero cortarme ningún dedo, ¿que tal si te lo cortas tú y con el te haces un colgante?.
-Debes contestarme, ¿por 1.000 euros?
-Que no, que no, que no... (como si de un loro se tratase, entré en un bucle cerrado de palabras, no sabía decir nada más).
-Bueno, y ¿Por cuanto una pierna?
-¡POR NADA!, haz el favor de dejar de apuntarme con el maldito boli, de apretarme el brazo como si fuera de goma y déjame llamar a mi madre...quiero morir al menos habiéndome despedido de ella.

La chica me suelta lentamente, me da las gracias por participar y me regala una caja de tiritas, cuyo lema es "tapamos heridas como ninguna".
¡Buena idea señor directivo de tiritas! Has conseguido que ahora sueñe con miembros amputados y tiritas asesinas.
¡QUÉ MIEDO!

Pastillas azules

Ella prepara la cena, abre una botella de vino detrás de otra mientras cocina..."de esta manera la comida me sabrá bien", la cuestión era ¿y a él le gustará?.
Después de arreglarse como pudo, pues el vino le había afectado y de colocar en la mesa el mantel menos sucio, se sentó a esperar.
...
...
Cuando quiso darse cuenta estaba dormida, el sofá se había manchado de maquillaje y la cena estaba tan fría y con un color tan extraño que le provocó una arcada.
...
Suena el teléfono.
-Hola mamá, ¿cómo estas?
-¿Mamá?
-¿Te has tomado la pastilla? La azul, la que tienes en un botecito encima de la...el médico....(la chica continúa hablando, pero ella ya comprende lo que sucede)

...
Se mira al espejo después de colgar de malas maneras, y el reflejo del mismo le causa una decepción, tiene 80 años, esta sola, y sin esas malditas pastillas que le devuelven a la realidad revive una y otra vez el momento de su primera cita.
Decide tirarlas y disfrutar de esa dulce sensación de la primera vez por siempre.

Bucle cerrado

Todos los días sucede lo mismo.
Ponerme una canción miles de veces seguidas… y silbarla cuando estoy en la ducha.
Sonreír a mi vecino en el ascensor aunque tenga tanto sueño que me apoyaría en su hombro a descansar.
Recoger los libros desperdigados por la habitación y prometerme a mi misma ser más ordenada.
Hacer planes y contar los días para verte.
Y de repente echarte de menos, silbar la canción pensando en ti, subir al ascensor sin saludar, buscar entre los libros aquel párrafo que me recuerda a ti.
Eres mi bucle cerrado… ojala algún día me des aquel tiempo que no te haga falta que yo prometo invertirlo.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Estudias?

Estoy en la biblioteca de la Universidad, concentrada en mis apuntes, pero un ruido a mis espaldas me obliga a levantar la vista. El espectáculo al que fui invitada sin saberlo me ha incrementado con creces las ganas de encerarme en mi habitación y estudiar sola, sin la compañía de tal genero dramático.

El ruido que me despista es un eructo, un sonoro eructo de un señor mayor que lee el periódico,
-Perdona, tenga un poco de educación- le dice una chica enérgicamente.

El hombre se levanta, al verse el centro de atención comienza a ponerse rojo y a sudar copiosamente.
-Yo no he hecho nada, habrá sido esta chica- señalando a su compañera de mesa.
-Has sido tú, ¡viejo! –le responde a gritos y propinándole un sonoro bofetón.

 
En estos momentos la biblioteca es como un bar, se escucha tal barullo que los funcionarios- bibliotecarios se ven obligados  a despegarse del asiento e ir a “su paso” a ver que ocurre.
Una vez los bibliotecarios están en el lugar del crimen, intentan calmar los ánimos llevándose el dedo a la boca en señal de “silencio”, aunque no lo sepáis es un técnica psicológica que obliga inmediatamente al oponente a cerrar la boca, es mágico, o eso creen los bibliotecarios.
Los ánimos continúan encendiéndose, el señor-eructo se desmaya.
Nos obligan a desalojar la biblioteca.
He aquí mi productiva mañana de estudio.

PD: seguro que la mujer- morcilla haría buena pareja con el señor- eructo.

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Vendes ropa o morcillas?

Os pongo en situación, tienda de ropa, unas niñas comiendo chicle, con cara de resignación, sentadas en unos sillones al lado de los probadores, y sus madres dentro de los mismos, con la ropa que habían elegido para sus hijas….yo esperando que ellas salgan para poder entrar.

-Merce, ¿me queda bien? (abriendo la cortinilla y saliendo)
-¡Uy! Pareces una morcilla de Burgos. (le dice la amiga)
-¡Anda! pues tu eres cómo un perro mojado y callejero y no te digo nada.
-A ver, te viene un poco estrecho, mira, si no te lo has podido cerrar por detrás.
-¿A que lo cierro, me lo llevo puesto y me ligo a tu marido?

La mujer aguanta la respiración y cierra el vestido, no sin esfuerzo. Intenta caminar pero el vestido se lo impide, por lo que anda como un pato cojo.
-Vámonos hija, me lo llevo puesto.
Las hijas se miran con cara de “nosotras no las elegimos” ,por favor adóptanos.
El dependiente se acerca.
-¿Algún problema?¿puedo ayudarles?
Cuando ve la escena de la mujer-morcilla se lleva las manos a la cabeza.
-Te lo dije Juani, ahora tendrán que untarte en vaselina y sacrartelo con unas pinzas gigantes.(le grita la otra mujer).

Desde aquí quiero agradecer a todas las mujeres- morcillas su existencia y alentarles a que sigan con estos shows en las tiendas, me han dicho que desde entonces va mucha más gente a comprar a esa tienda. 

martes, 3 de mayo de 2011

La ducha que me cambió el nombre.

Llaman a la puerta con cierta insistencia. Estoy en la ducha, y decido seguir en ella, no creo que sea tan importante como para tener que interrumpirla y salir de malas maneras, poner el piso lleno de agua y resbalarme, romperme una pierna y gritar tanto que la policía me ficharía por escándalo público.
Pasada una media hora vuelven de nuevo a tocar el timbre, haciéndome un turbante con una toalla, y con un pijama de ositos azules abro la puerta.
Una mujer me observa con cara incrédula, sí muchacha, acabo de salir de la ducha, estoy en mi casa y no te voy a abrir la puerta vestida con las galas para una boda. En fín, ella no habla, sostiene una carpeta negra entre sus manos y un pequeño cartelito acreditativo colgado del pecho. Leo el cartelito "Sofía".
-Hola Sofía, no tengo tiempo, ¿qué quieres?
La chica me da unos papeles y me sonríe, me intenta vender unas enciclopedias, diciéndome que si estoy estudiando con esto apruebo seguro...si me diera con las enciclopedias de 5 kilos en la cabeza antes de un examen seguro que me aprueban por desangrarme y sufrir alucinaciones...
Muy amable, le digo que no, que no quiero unas enciclopedias que cojan polvo y me llenen las estanterías. Cierro la puerta.
Pasados unos días vuelven a llamar, esta vez abro vestida normal (evidentemente no estoy las 24 horas del día con el pijama y turbante) y me encuentro en la puerta a la misma chica de las enciclopedias.
-¡Huy! Yo aquí ya he venido, eres la chica turbante.

¿Un nuevo nombre en mi vida? ¿Ahora todos los vendedores me llamarán así? ¿Es tan memorable mi aspecto al salir de la ducha? a partir de ahora me sacaré el vestido más elegante y los tacones más altos y cuando vea que vienen a venderme algo me los pondré.
¡SOY LA CHICA TURBANTE!