La puerta de la habitación es
golpeada con toques rítmicos, tres toques, dos silencios, tres toques, dos
silencios, los cuales irremediablemente me sacan del trance en el que entro
cuando escribo. Y eso me pone de tan mal humor que soy capaz de escupir en la
cara de cualquiera como una llama. Abro la puerta con furia, sin molestarme
siquiera en ponerme la bata.
-Señorita Martin, le esperan en
el comedor. Es importante- dice un niñato vestido de uniforme rojo desde el
pasillo y a una distancia prudente.
-Importante es que termine la
novela, debo entregarla pronto, y si un chico con gorrito de mono viene a
molestarme ni bajo al comedor ni escribo.
-Lo siento, pero la Señora Alicia
le espera bajo, es urgente y me ha dicho que si se negaba la obligara.
-¿Obligarme? Mira chaval, de
buena mañana soy una completa diabla, me falta la cola porque cuernos ya tengo.
Asique dile a Alicia del País de las Maravillas que lo que me enseñó anoche fue
horrible. Que necesito pensar si acepto o no. Ahora mismo no quiero verla.
Gracias.
Cierro la puerta con el pie.
Joder, esto supera lo irónico.
Llego a una supuesta fiesta, lo que encuentro es a una mujer canosa que me
retiene en un sillón y me cuenta…bueno, lo que me contó viene después.
Debo escribir la segunda parte de
mi novela, ya tiene fecha de salida y apenas consigo salvar a mi personaje de
pasar un paso de peatones sin ser atropellada por un camión de basura.
Coloco mis dedos en las teclas
desgastadas de mi portátil y ¡toc! ¡toc!
¡toc!, los toque en la puerta de nuevo.
-No pienso abrir- le grito con
furia desde el pequeño escritorio de la habitación.
Los golpes cesan tras quince
eternos minutos en los que me lleno de paciencia. De repente el silencio. El
prometido silencio que se anuncia en el folleto que me mandaron del hotel
junto a la invitación a la “fiesta”.
De repente una risa floja detrás
de mí me hace estremecer. Me doy la vuelta asustada, sintiendo en mi nuca la
mirada penetrante de alguien.
-Pero, ¿cómo…?
En la puerta esta la señora
Alicia, me observa divertida.
-Le espero bajo en 10 minutos,
vístase y disfrutemos de un desayuno agradable.
-Pero.
-No es una opción señorita, o
baja o me veré obligada a volverla a atar a una silla.