-Ya ha llegado- dice dejando caer el sobre blanco sobre la mesa.
Trago el trozo de tostada sin masticar y observo aquel trozo de papel.
-¿No piensas abrirlo?- me susurra clavando sus ojos en mi mientras se sirve una taza de café.
-No, no lo se, puede. Déjame- le respondo dando un gran mordisco a la tostada, provocando que la mermelada resbale por mis labios, mi barbilla y se deslice por mis dedos. Manchando de un morado intenso mi piel.
-Tú misma. Llevas esperando este momento desde hace mucho- da un largo sorbo al café sin azúcar. Amargo. Como sólo él sabe ser.
Alargo la mano hacia el sobre y lo abro con brusquedad.
La invitación sobresale reluciente entre los pliegues del sobre.
-”Queda usted invitado a nuestra fiesta de despedida, ¡sí! ¡leyó bien! ¡Despedida! celebraremos el final de nuestra relación. Simplemente ya no nos aguantamos y queremos brindar por todos estos días tan imbéciles, lentos y patéticos. Pedimos confirmación y agradecemos de antemano su presencia. Atentamente: Laira y José”- leo en voz alta.
-Esto confirma que ha llegado a todos los invitados. Ha tardado semanas en llegar, mandé unas cuantas a los vecinos, espero que no te importe.
Ambos nos miramos, mi pelo despeinado, su pelo engominado, mi pijama desgastado que deja ver mis muslos y los hombros, su traje de chaqueta planchado y reluciente. Mis pies descalzos, sus zapatos de marca. Mi música en las mañanas, su silencio en las noches.
Sí, no hay vuelta atrás, después de celebrar nuestro fracaso, haremos las maletas y olvidaremos.
-A partir de mañana, quiero que borres mi número de la agenda- le digo colgando la invitación en el corcho de la cocina, al lado de la foto de nuestra boda y de la primera cita en aquel concierto.
-¿Y si quiero decirte algo?- pregunta recogiendo de la mesa el desayuno que ya hacía tiempo no compartíamos.
-Llamas a mi madre, a mi hermana o haces señales de humo. Pero no me llames. Y ahora, querido, pongámonos manos a la obra, tenemos muchas cosas que preparar para la fiesta de esta noche.
-Bendita fiesta- responde remangando su camisa rosada.
muy buen blog un gran beso carlos
ResponderEliminarMUY curiosa entrada. Me ha gustado mucho :) Sin duda hay relaciones de las que debemos salir cuando antes, a toda pastilla e incluso "si te he visto no me acuerdo". Aun así, como dicen, "si te hizo feliz sí cuenta".
ResponderEliminarUn saludito.
Dos que van a resucitar.
ResponderEliminarBesos Laira.
Los moratones de las relaciones, haciendo un ejercicio muy bueno. De despedida casi civilizada, en un fondo negro de amargura que llega a enterrar cualquier hermosura que tiñera esa aventura de vivir uno frente a otro.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo.
Esa debería ser la única fiesta que organicemos. Hay que festejar los finales, no los comienzos, siempre condenados a finales. Un abrazo, L.
ResponderEliminarDe los barrancos mejor salir cada uno por un lado, arriba está la luz que brilla para todos.
ResponderEliminarUn abrazo,