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jueves, 17 de enero de 2013

La suerte está echada


El ascensor se cierra más lento de lo normal. Sus manos han rozado las suyas, y rompiendo la excepción habría deseado agarrar por la cintura a aquella chica joven, la novel escritora que tanto éxito arrambla y jurarle que entre sus brazos nada pasaría, que estaría segura y nunca nadie le haría sufrir nunca más.
Es horrible, desearía tantas cosas que su trabajo se lo impide. Debe ser sigiloso, cumplir con las entregas en los casos más sencillos, en otros el asunto se complicaba, pero cobraba bien.
Iván observa a la chica, orgulloso de haber cumplido su encargo. Ya está, la invitación está escondida en el libro que le acabo de dar, se repite eliminando el nerviosismo de sus neuronas.
Es preciosa, su pelo suelto brilla bajo las luces de neón del pasillo. La cercanía que le ha regalado el ascensor le ha permitido observar su cuerpo, unas piernas esbeltas, una piel blanca que destaca el color marrón avellana de sus ojos. Una espalda fuerte, unas manos cálidas.
Ella le mira extrañada, quizás sea porque ni siquiera se había percatado de su presencia, parecía cansada, casi a punto de dormirse mirándose al espejo.
Cuando las puertas se cierran  él ya sabe que nada puede hacer, la suerte está echada.
                                                                      

13 comentarios:

  1. Es una buena manera de echar la suerte a correr. Si

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  2. Se la va a cargar?

    Espero que no.

    Besos.

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  3. Dios mío qué angustia, Laira.

    Es realmente angustiante , igual que le ascensor.

    besos.

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  4. Lo siento, cuanto lo leo, mas angustiante me parece.

    Escribes fenomenal.

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  5. Se adivina una combustión espontánea.

    Besos!

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  6. Nunca se sabe , el mundo da tantas vueltas y el ascensor sube tantas veces,
    ¡Me gusta Laira!.
    Besos.

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  7. Mmmmmmmmmmmm...ella es muy bella...

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  8. Buen relato con un final muy interesante y abierto.
    Saludos

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  9. pero qué invitación es esa? iván es un mensajero? un asesino a sueldo? un enamorado compañero de trabajo?

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  10. Ser ludópata por cuenta ajena es de las cosas más tristes que se me ocurren. Te condena a no poder casi ni pensar en arder.
    Eres un soplo de gas fresco, no podría dejar de visitarte.
    Besos y té.

    P.D.: Es imposible no odiar a la gente que se para a hablar en las esquinas. A mí me pasa también con la gente que tararea cuando hablas.
    P.D.: Tu turno de odio.

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  11. El peligro de tentar a la suerte... Él no dormirá deseando que ella encuentre su nota; y ella parece necesitar algo más que una invitación. Iván debería haber apostado más fuerte. Las camas de hotel son demasiado grandes en ocasiones. ¡Qué intriga! ;))

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  12. La suerte está echada. Ivan lleva los dados que deciden el destino. Aunque no puede observarse, en su bolsillo derecho, está haciéndolos girar. Nos matará si sale seis o más en total.

    Un abrazo.

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  13. Pero en esa suerte, ella también interviene, incluso el azar.

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Deja tus combustiones mentales, siempre son importantes y me hacen sonreír.