Aquel hombre pegado a un batín no para de hablar, únicamente interrumpe sus largas frases para beber del café que me obligó a prepararle tras ocupar como un yonki mi sofá.
-Sí, cuando mi mujer decidió marcharse de misionera pensé que todo había acabado para mí.
Me mira esperando una respuesta.
-¿No vas a sentarte?- ,me pregunta señalando el sillón como si fuera su casa.
-¿Va para largo?, ¿cuánto falta para los estertores de la muerte y que llame a la ambulancia?.
Parece divertirse y vuelve a señalarme el sofá haciendo un gesto con las manos que han dejado de temblar. Obligada y con mala cara me siento.
-Muy bien, verás, sin mi mujer yo era un inútil, no sabía ni poner una lavadora así que ni hablemos de hacer la comida.
-Normal, eres un hombre, un machista, un vecino cotilla que irrumpe en la casa de una inocente para contarle sus penas y ahorrarse los 50 euros de una consulta psicológica.
El hombre ríe a carcajadas y siento como si su risa se clavara en mi estómago.
-¿Por donde iba?- dice restregándose la sien tras beberse de un sorbo el café.
-Su mujer, le puso los cuernos con Dios y se marchó a cuidar negritos.
-Emmm, algo así, tuve que aprender de cero, prácticamente a andar de nuevo y todo era un suplicio para mi, no habíamos tenido hijos y mi querida esposa tenía varios millones en el banco, los dejó allí a mi nombre, “no quiero pertenecer a esta inmunda sociedad podrida de materialismo y dependiente de estos papelitos de colores, confío en tu buena actitud para que hagas con ellos lo que creas conveniente”, me dijo antes de partir vestida de aventurera.
-Maravilloso, ¿lo donó a un club de mujeres de noche para recibir carantoñas?- el hombre me interrumpe llevándose el dedo a la boca.
-¡No!, esa es la cuestión, anoche decidí lo que hacer con él y tú eres la única heredera, será tuyo si dices que sí.
-¿Es una broma, verdad?, ahora me dirás “gracias por el buen rato”, nos reiremos juntos, volveré a la cama a dormir y no volverás a cruzarte en mi camino, solo en mis pesadillas.
-Reina, escucha, la vida para mi ya es demasiado larga, no puedo suicidarme porque mi santa esposa me rebanaría el pescuezo cuando llegara al cielo, pero puedo ser asesinado… por ti.
Me levanto como si un boxeador me hubiera golpeado, pero dentro de mi algo me dice que quizás este dispuesta a llevar a cabo esta nueva trama que me ha cambiado la vida.
Mira que es caprichoso el chiflado... te podría dar el dinero y dejar de molestar, pero no...
ResponderEliminarBesos.
Mas mas mas mas y mas
ResponderEliminarEn fin, si el hombre está dispuesto a pagar tan bien... ¿por qué no?
ResponderEliminarVenga, vamos a por la siguiente.
Besitos
Hola Laira, se puso bueno el relato! una propuesta que dejaría pensando a mas de uno. ¿Cualquier cosa por dinero?
ResponderEliminarUn beso.