La rozadura de las cuerdas sobre sus muñecas le provocaba un dolor que atenazaba sus músculos. El golpe de la cabeza le había provocado náuseas y apenas conseguía mantener los ojos abiertos. Le dolía todo el cuerpo por la resistencia que opuso cuando aquellos “simpáticos” hombres le preguntaron una dirección para automáticamente lanzarse sobre ella como lobos hambrientos e introducirla rápido en una furgoneta negra, cuyas letras amarillas rezaban “SEF,S.A.”
Hasta aquí todo parece de una película, una de muchas, en las que la joven acaba anunciada en cada poste de la ciudad y en cada cartón de leche como “desparecida”.
La joven abre los ojos, apenas distingue algo en la cerrada oscuridad de la estancia que huele a hospital. Sólo sabe que no esta sola, hay alguien cerca que respira con dificultad.
-Suéltame por favor, no diré nada, te daré todo lo que me pidas y cerraré la boca… quiero volver a casa, por favor…. -la suplica se transforma en un sollozo repleto de miedo- ¿Qué quieres? ¿dinero? ¿joyas? ¡te doy todo! ¡pero suéltame!.
Nadie contesta a la lluvia de suplicas, sólo aquella respiración, entrecortada, jadeante.
Los ojos de Naia comienzan a acostumbrarse a la falta de luz, una forma oscura la observa desde cierta distancia.
-No me hágáis daño… ¡ay! ¡ay! ¡dios!, soltarme, prometo…
-¡¡¡SHHHHH!!! ¡Cállate! ¡o acabarás por hacerlo cuando te corte la lengua!
La joven calla, apenas respira por miedo a que aquella voz sin rostro cumpla lo dicho.
-Te preguntarás que haces aquí, tú, una chica normal, con estudios, independiente…
-Yo…
-¡¡¡SSSSHHHH!!! Sólo escucha.
Las luces de la habitación se encienden. La habitación es un pequeño laboratorio, un hombre ataviado con bata blanca y unas gafas gruesas se acerca lentamente.
-Naia, has sido seleccionada, tú serás la salvadora de este desastre… eres la única persona preparada que queda en España, no podemos permitir que huyas como el resto de jóvenes, debes quedarte.
-Pero yo… no entiendo nada…
-Sabemos que lo que estamos pidiéndote es difícil, el miedo reina en las calles, apenas hay gente que pueda permitirse salir a tomar un café y poder pagarlo, pero tú puedes cambiarlo. Vas a compartir tus conocimientos para hacer ver a la gente que esto puede cambiar.
Naia es soltada de las ataduras ahora con amabilidad extrema.
-Señorita Naia, vas a ser nombrada presidenta, siento mucho la forma en la que te hemos traído y las amenazas pero es la única forma que teníamos para que nos escuchara, pues a rechazado todas las cartas que le mandamos.
-¿Tengo elección?- dice masajeándose las muñecas medio muertas por las cuerdas.
-No.
Guauuu que responsabilidad
ResponderEliminarMuy bien logrado
Un abrazo
y no no tiene elección por que ese viejo no fue democratico. La primera medida que tiene que tomar es decapitarlo.
ResponderEliminarte mando un beso
ah, y voy a pedirte un favor: saca eso de que tengo que demostrar que no soy robot. ¿y si lo soy? ¿Acaso a veces no te escribo cosas lindas?
adios
sácanos de esta Naia!! me ha encantado el relato.
ResponderEliminarFijo que lo hace mejor que los que nos han gobernado hasta ahora.
ResponderEliminarBesos.
Menuda tortura, en estos momentos es lo peor que le podía pasar a ella. Al país a lo mejor con ella de presi conseguía sacarlo de este socavón.
ResponderEliminarMe encanta, sarcarmo e imaginación.
Besitos
Un texto muy bien logrado, Laira, con diálogo creíbles. Eso me ha gustado mucho, pues es difícil representar un diálogo de la vida real en un relato.
ResponderEliminarUn beso y felicitaciones por los logros de este espacio.
HD
Ser la elegida le ha conllevado sufrir las vejaciones mencionadas. Pero queda más que abierto el dudar de gente que procede así, y si valga la pena salvarlos.
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