Ella aparece entre los focos que iluminan el escenario, deja que sus muslos fuertes mantengan la posición inicial de su coreografía con gracia.
El bar esta lleno, el público calla, atento.
La música arranca, el joven de la guitarra comienza con la canción, ella endulza cada paso de su danza con una sonrisa para terminar pasados unos minutos arropada en un rotundo aplauso.
Baja del escenario sonriendo, mostrando su elegancia en cada contoneo de sus caderas.
Observa al público con recelo, tarda poco en elegir acompañante. Tarda poco en marcharse del repleto bar que la acaricia con la mirada, para perderse en la noche.
Yo sentada en un oscuro rincón, estudio sus movimientos ágiles, dispuesta algún día a ocupar su lugar. Ella me abandonó, pero dejo una pequeña nota bajo mi colchón “Hija mía, perdóname. Algún día bailarás flamenco como yo”.
Y así lo haré.
Narración de un presente con esa nota encontrada y la nostalgia y el deseo de algún día emular a la figura materna.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
¿Sí? ¿Bailará Flamenco o romperá el destino?
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No sé yo si acabará bien.
ResponderEliminarNo lo parece.
Besos.
El contoneo y el redoble en el tablao.
ResponderEliminarLa herencia y la esencia de un baile por amapolas y rojo. De sangre con alma de buleares y clavales de tronío.
Nadie sabe si la hija tomará el relevo, de los amaneceres de cante jondo y sabor a Andalucía prendido en el corazón.
Muy bueno. Me gustó. Un abrazo.
Tal vez en algún momento la sustituirá aunque eso no evitará el dolor del abandono.
ResponderEliminarBesitos
si algún día los sapos bailamos flamenco, y llegas y me besas y me convierto en un ser incierto del planeta Bekelar...me despiertas y me recuerdas que habitamos mundos ingrávidos y gentiles como pompas de jabón. Y si me depiertas, es porque no andas demasiado lejos...a lo mejor a la exacta distancia.
ResponderEliminarTierno relato, que asi sea
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bonitas tus palabras, Laira. Eres muy dulce.
ResponderEliminarYa está cogiendo apuntes desde tu rincón, decidida a cumplir el destino que le trazó su madre. SEguro que lo hará.
ResponderEliminarMuy bueno, un beso.
Una terrible leyenda, el desprecio en la mirada inquieta de quién se sabe elegida, un abandono por la libertad de acción.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encantó esta historia, Laira, no sabría por qué ésta en especial, pero al arte y a los sentimientos no hay que buscarle mayores explicaciones.
ResponderEliminarUn beso.
HD
Tus letras tienen ese algo que impide separarse de ellas. El magnetismo que desprenden y su destreza para meterse entre los vericuetos de quien las lee son tu distincion.
ResponderEliminarDebe ser la herencia de bailaora que te espera mientras escribes, quien sabe?
Te dejo un beso Laira y se feliz!