Refugiado en la oscuridad de la noche y desde aquella posición un tanto incómoda podía observarla sin ser visto. Llevaba varios días vigilando cada movimiento de aquella muchacha, no se trataba de ningún encargo de un marido celoso sino de poder sucumbir sus deseos de conocer más de ella.
Llevaba un vestido de flores ajustado que marcaba cada cuerva de su cuerpo, el pelo suelto le llegaba hasta la cintura y cerrando los ojos se imaginó acariciándolo. Parecía algo molesta, buscaba en su bolso algo que parecía no encontrar.
-Quizás me buscas a mí- susurra aún escondido.
Él va con un traje de chaqueta negro, se ha peinado cuidadosamente colocando cada mechón oscuro de su pelo con gomina en el lugar oportuno. Sabía que no tenía mucho tiempo, ella esperaba a un muchacho que la recogería en un maldito mercedes azul que tanto había deseado que desapareciera.
Había pensado y planeado tantas veces lo que le diría delante del espejo que se sentía un estudiante a punto de someterse a un delicado examen final.
Colocándose la chaqueta y saliendo de su escondite se dirige hacía el portal donde la chica continúa esperando, ahora habla por móvil, parece bastante irritada.
-¡No! Ya hablamos de eso, sabes que no…
-Yo nunca te haría esperar.-Dice la frase rápido, casi susurrando, nervioso.
-¿Perdona?
-Yo…esto…nunca te haría esp…esperar.
Ella le mira algo preocupada, se retira el pelo de la cara y le da la espalda.
¿Cómo ha podido darle la espalda? Se supone que ella le habría dicho que le quería y se irían juntos…¿Cómo ha sucedido? Algo ha hecho mal… deshaciendo sus pasos a plena carrera vuelve al escondite, allí se retoca el pelo y sale de nuevo…una vez a la altura de la chica, que le mira ahora con miedo, vuelve a repetir la misma frase.
-¡¡Yo nunca te haría esperar!! –esta vez lo dice gritando, jadeando por la carrera, casi amenazándole.
Ella grita, se aleja corriendo hacia la calle, busca con la mirada dónde esconderse, alguien a quien pedir ayuda…él le sigue, grita la frase una y otra vez, su cuerpo se mueve en espasmos regulares…el mercedes azul llega a demasiada velocidad y no consigue esquivarlo..
…hoy, desde el psiquiátrico él es conocido como "el escondido que espera". Y en su vocabulario solo repite una y otra vez la frase que le llevo a la locura.
Laira, excelente relato. Escribes muy bien.
ResponderEliminarSaludos
siempre es inquietante escribir en la oscuridad de la noche, un grato placer leerte.
ResponderEliminarque tengas una feliz semana.
un abrazo.
"... Y los vecinos del barrio lo llamaban loco, y unos señores vestidos de blanco le dijeron ven..."
ResponderEliminar¡Qué triste!
Y que vieja soy que me suena esa canción jajajaja
Un abrazo enorme Laira.
Marta.
Es que tal y como está el panorama para muchas mujeres no se puede uno presentar así. ¡Pobre hombre!
ResponderEliminarBesitos
Por qué será que los locos suelen repetir frases o temas hasta el hartazgo? Un psiquiatra por aquí!!
ResponderEliminarSaludo
Como era esa frase: el amor te vuelve idiota. O algo así... cada uno está tan metido en su propia "fiesta" que al final no te enteras que es lo que está pasando a tú alrededor.
ResponderEliminarYo esto lo aplico a los amores no correspondidos, a ese amor que por mucho que te empeñas en que salga todo perfecto al final los planetas y el cosmos no se ponen de tú parte y zasca-plás, no sale bien. Y una se empeña, y sigue, lo piensa y lo vuelve a pensar... las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen!!
Comparto contigo un café mañanero! Un besazo Laira! y un gran blog! enhorabuena!