Ahora sólo espero el derrumbe de las paredes de esta casa, que parecen a punto de ceder y caer sobre mi.
Ando sin ganas, sonrío automáticamente cuando sale tu nombre en alguna conversación, pese a que en mi interior siento que el corazón grita y se estremece. Les digo estar bien, “la vida continúa sin él”.
Debería admitir que al cerrar los ojos todavía te veo en el sillón morado, engullendo cualquier libro, pasando las páginas en una caricia para pasar luego a mi espalda, provocando que el calor recorra mi interior.
A veces, sino siempre, me encuentro observando el hueco que ocupabas en la cama, todavía huele a ti. Las noches siguen siendo nuestras, sigues jugando con mi cuerpo cuando la luna ilumina el pequeño cuarto pese a que estas muy lejos.
Noto un abrazo cálido rodeando mis piernas.
-¡Ya basta! Sabes que no me gusta que hagas eso y mucho menos desde que estas muerto.
Hola Laira. ¡muy bien! Al principio los muertos se aparecen; después se cansan de nosotros. Van y abrazan otras piernas. Claro, si pueden andar y meterse en todos lados. ¿vos que crees? ¿no andarías por todo lados si pudieras? Aunque abrazar tus piernas... no Laira, no me hagas hablar. Je Je. Te Mando un beso, me gustó mucho.
ResponderEliminarHay muertos que no se resignan eh?
ResponderEliminarBesos.
Nunca es fácil expresar tan difícil verdad...
ResponderEliminarLo has hecho y lo has hecho muy bien!
Me ha gustado mucho tu blog!
Hay muertos muy pesados que no saben que ya se acabó el juego, o por lo menos ciertos juegos.
ResponderEliminarBesitos
Los ausentes en el presente jugando a no quererse ir.
ResponderEliminarBien. Me gustó.
Un saludo
A veces los recuerdos nos persiguen en la imaginación,
ResponderEliminarhe conocido alguna persona que tuvo que trasladarse a vivir
a otro lugar para no sentir el recuerdo.
que tengas una buena semana.
un abrazo.
Un remate interesante e inesperado. Me gustó
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