Sentada frente a la tele veo como la gente se va de vacaciones, con una sonrisa en la cara, abandonan la monotonía de sus vidas para irse a un nuevo lugar.
Para los que al igual que yo no podáis abandonar vuestra casa (porque os la ha pedido vuestra encimera de la cocina, la pobre no podría estar una semana si hacer comida, esta depresiva), o porque simplemente no tenéis un duro, y al igual que yo cenáis una triste lechuga, os voy a exponer todos los peligros que conllevan las vacaciones.
Su propio nombre lo indica, cuando vuelves de vacaciones tienes el aspecto de una vaca, tanta caña con tapas, y tanto "probemos este dulce que en nuestra ciudad no hay" tiene sus consecuencias.
Muy pocas personas son capaces de utilizar un baño que no sea el de su casa, por lo que cuando vuelven hacen un muy buen amigo que visitarán con mucha frecuencia, el water.
Irte fuera de casa significa dormir en cama ajena, en una cama en la que han dormido miles de personas antes que tú, por lo que es normal que tu cuerpo no quiera relajarse en esos colchones. Admitamos que cuando dormimos fuera, ¡no dormimos bien!.
Otro punto negativo es la pateada a andar para ir a ver las ruinas de un castillo que según te han dicho es maravilloso, te quemas la cara con el solanar que pega, te pican miles de insectos cuya existencia creías desaparecida con los dinosaurios y cuando llegas allí, la ruina del castillo son tres piedras mal colocadas y unos cien chinos haciéndose fotos.
Las colas que aguantas para comprar cualquier cosa, el visitar cientos de tiendas para encontrar el artículo de recuerdo más feo, compartir autobús con jubilados que cantan "conductor de primera"...
¿Sigo?
¡Por ello nosotros tenemos que quedarnos cuidando la ciudad! Viendo la televisión para que las cadenas no cierren, cuidando que nuestro hueco del sofá no desaparezca!.
Perece un mitín, pero es la verdad.
¡Ánimo!
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Deja tus combustiones mentales, siempre son importantes y me hacen sonreír.